lunes, 14 de febrero de 2011

LA VISIÓN COSMOGÓNICA DE LOS AZTECAS, LOS MAYAS E INCAS

LOGROS:
Cognitivo: Caracterizar las diversas formas de interpretación del cosmos en las culturas americanas.
Procedimental: Analiza y compara los textos de las etnoastronomías para deducir información.
Actitudinal: Valorar y respetar los saberes de algunas etnias que conforman el país.

DESARROLLE TUS COMPETENCIAS

ACTIVIDAD No. 2
1. Lee los tres textos: La visión cosmogónica de los Aztecas, los Mayas e Incas. Elaborando un cuadro comparativo, caracterizando sus diversas formas de interpretación del cosmos desde sus representaciones y elementos propios de cada cultura.
2. Construye una maqueta que represente cada elemento de cada cultura: Aztecas ( Pirámide o templo ritual), Mayas (Calendario) e Incas ( El quipú). Acompáñala de una explicación escrita.


LA VISIÓN COSMOGÓNICA DE LOS AZTECAS

Los aztecas recogen la tradición cultural mesoamericana y su arte, su ciencia y su panteón divino van a caracterizarse por su sincretismo. En primer lugar destaca su escritura compuesta por caracteres ideográficos, algunos numerales y glifos fonéticos. Si bien es cierto que su escritura no logró superar a la desarrollada por los mayas, ésta les sirvió para administrara su imperio. El arte mexica es la culminación de las manifestaciones artísticas de la tradición mesoamericana, con una gran estatuaria, una importante pintura mural y unos elaborados mosaicos. Destaca el arte de la plumaria, del cual, dado el carácter perecedero del material, no conservamos muestra alguna; sin embargo, sí disponemos de algún ejemplo como el que muestra la siguiente imagen; se trata de la Rodela de Ahuítzotl realizada con plumas y oro embutido fechada entre el 1325 y el 1521.
En cuanto al desarrollo científico, el pueblo azteca destacó en medicina y farmacopea; es de suponer que una cultura tan vinculada a las prácticas guerreras contase con eficaces curas para los traumatismos. También destacaron en la astronomía, la base de su calendario, herencia de la cultura maya. Emplearon el calendario de 365 días y el de 260, utilizando además, la «rueda calendárica» de 52 años. . Los aztecas tenían una concepción cíclica del tiempo, por lo cual consideraban que se podía predecir, de ahí la importancia de la observación astronómica y del calendario. La observación de los astros fue tan importante que esta prestigiosa tarea fue una obligación del Huey Tlatoani.

La educación fue importante, sobre todo, en lo que se refiere a la formación de los pipiltzin, marcada por su carácter obligatorio y su dureza. La enseñanza de los nobles, desarrollada en escuelas especializadas (calmécac), se diferenciaba de la que recibían los macehualtín, los no privilegiados. La formación de la élite debía ser más completa, ya que eran ellos los que ocuparían cargos importantes en el ejército y en la administración; eran formados en derecho, historia, astronomía, religión..., pero también en poesía y canto. Era un pueblo orientado hacia la guerra, preocupado por que los jóvenes fuesen formados en una serie de conocimientos y prácticas, y en un sentimiento de unión entre ellos. Existieron órdenes militares entre los aztecas, como las llamadas «Hombres Valientes», «Caballeros del Sol»; y también los no privilegiados tenían sus propias órdenes como la conocida como «Nobles Águila».
La importancia de la guerra está vinculada con la concepción mesiánica que los mexica tenían sobre sí mismos. Consideraban que ellos eran el pueblo elegido para mantener con vida al Sol; Sol que únicamente podía alimentarse con un elemento que se hallaba exclusivamente en la sangre de las madres muertas en el parto, la sangre de guerreros muertos en combate y la sangre de prisioneros sacrificados en el altar mayor. Así, las actividades bélicas estaban ampliamente justificadas desde el punto de vista práctico-religioso.



Los sacrificios humanos, realizados siguiendo un solemne ritual, eran fundamentales para los mexicas.. Se desarrollaban en la «Piedra de los Sacrificios» del templo, donde cuatro sacerdotes sujetaban al prisionero y le extraían el corazón, para después cortarle la cabeza. El corazón se guardaba en un recipiente especial, mientras que el cuerpo era arrojado por las escaleras abajo y el guerrero que capturó al prisionero tenía derecho a celebrar con él un banquete.


Esta religión, que tenía como preocupación principal el mantenimiento del Sol mediante el sacrificio, contó con un panteón enorme compuesto por sus propios dioses, por deidades que fueron asimilando en su marcha desde norte hasta el lago Texcoco y divinidades de pueblos conquistados. Además los aztecas tenían un dios para cada actividad y cada calpulli. A este variado panteón, debemos añadir el hecho de que eran dioses de carácter cambiante, asociados a colores y con posibilidad de multiplicarse. De todas estas divinidades, la más importante fue Hiutzilopochtli, el dios del sol y la guerra, que tenía su antítesis en Telcatlipoca, concebido como un dios oscuro, lo cual pone de manifiesto la dualidad existente en la religión azteca. También fueron importantes Tlaloc, dios de la lluvia, y Quetzalcoalt.
Quetzalcoatl era un dios antiguo, anterior a los mexicas, del que hay diversas versiones. Para algunos era el dios creador del hombre, mientras que para otros fue un dios civilizador, identificándolo con Prometeo. El mito de Quetzalcoalt es muy interesante para entender la reacción de los aztecas ante la llegada de los conquistadores. Este dios también es conocido como el dios del viento bajo el nombre de Ehecatl, que es una de sus formas, y otra de sus formas es la de dios del agua y dios de la fertilidad. Quetzalcoatl es considerado hijo de la diosa virgen Coatlique y hermano gemelo del dios Xolotl. Como introductor de la cultura, él trajo al hombre la agricultura y el calendario, y es patrón del las artes y de los oficios. En un mito azteca el dios Quetazaocoatl permitió ser seducido por Tezcatlipoca, pero se arrojó a sí mismo a una pira funeraria lleno de arrepentimiento. Tras su muerte su corazón se convirtió en el lucero de la mañana, y como tal es vinculado con la divinidad Tlahuizcalpantecutli. En cualquier caso, este dios, descrito como un ser de rostro blanco y barbado, era un dios pacífico y civilizador, opuesto a los sacrificios humanos, que intentó detener esta práctica ritual. Al fracasar en su propósito, emigró hacia el este, prometiendo que un día regresaría en un año determinado de la cuenta azteca. Esto afectó en la actitud de los aztecas antes la llegada de los primeros españoles (Hernán Cortés).
Cuando llegó Hernán Cortés, Moctezuma lo confundió con el dios Quetzalcoatl, por su rostro blanco y su barba; pero, además, la llegada de los conquistadores coincidió con el año en que Quetzalcoatl había prometido volver, lo cual hace entender la terrible confusión de los aztecas, que pronto se percataron de que aquellos extranjeros no eran dioses. Después, los aztecas le convirtieron en un dios símbolo de la muerte y la resurrección y en el patrono de los sacerdotes. El sacerdote mayor era llamado Quetzalcoatl también. El culto a Quetzalcoatl se extendió por muchas ciudades y pueblos mesoamericanos: Tula (capital Tolteca), Cholula, Tenochtitlán o Chichén Itzá.

BIBLIOGRAFÍA: www.wikilearning.com/...cosmogonia_azteca...cosmogonica...aztecas/19431- 2 -


LA COSMOGONÍA MAYA

Según los mitos mayas, la creación del cosmos no fue un sólo acto que ocurrió en un tiempo remoto, sino un proceso continuo como los ciclos de la naturaleza. Siempre creyeron que el universo se estaba construyendo y destruyendo constantemente por la acción de energías sagradas o deidades, por lo que se creo una cadena de ciclos o eras cósmicas, en las cuales han existido distintos tipos de hombres.


La idea central de estos mitos fue concebir al mundo con la finalidad de servir de habitación a un ser consciente, capaz de reconocer, venerar y alimentar a sus creadores, para que ellos pudieran seguir infundiendo vida al cosmos; el ser del hombre, que ocupa el puesto central del cosmos.
El mito de origen más destacado es el del grupo quiché, contenido en el Popol Vuh. Este mito fue compartido por otros grupos mayances de Guatemala y Chiapas, quienes lo han conservado hasta hoy, con algunas variantes.
En el tiempo primordial, cuando sólo existían el cielo y el mar, los dioses creadores, Padre y Madre, decidieron la aparición del hombre y el mundo. Dioses con diferentes nombres, y con distintos atributos, que se identifican con algunos animales, principalmente con una serpiente emplumada, símbolo del dios supremo celeste y creador, llamada Gucumatz, "Serpiente Quetzal".

    
Un hombre consciente de los dioses y de sí mismo, como sustentador de ellos. Cualitativamente distinto de los anteriores y mantenedor de los dioses por llevar en su propia constitución física los elementos sagrados: maíz y sangre de los dioses, que le dieron la conciencia. En este extraordinario mito cosmogónico, estructurado y completo del mundo mesoamericano, se expresó claramente la idea del hombre que mantuvieron los pueblos, en el cual se basa toda su cultura.
El hombre es el ser creado con la misión de sustentar y venerar a los dioses, y el mundo es su habitación. Sin el hombre los dioses perecen y sin los dioses, el universo entero muere.
Entonces el hombre deberá alimentar a los dioses con diversas sustancias sutiles: humo de copal, aroma de flores, olores de frutos y alimentos cocinados, pero principalmente, con la energía sagrada que los dioses emplearon para crearlo, su propia sangre, donde reside el espíritu o energía vital. Así, en los mitos cosmogónicos se explica también el sacrificio humano y se da su justificación.
Según el mito del Popol Vuh, en épocas cósmicas anteriores aparecieron soles que, como los hombres, eran falsos; el de la segunda edad fue destruido por dos héroes que se transformaron en el Sol y la Luna de la última edad: Hunahpú (Sol diurno) e Ixbalanqué (Sol nocturno o Luna).
Con la aparición del Sol y la Luna verdaderos culminó la creación del mundo. El movimiento del Sol, dio lugar al tiempo "histórico", se inició cuando los hombres ofrecieron a los dioses sacrificios humanos para alimentarlos. Estas creencias cosmogónicas, recogidas en los textos indígenas, escritos después de la conquista española, ya existían en el periodo Clásico, como lo revelan las lecturas interpretativas de los textos jeroglíficos conservados en varias ciudades mayas, como Cobá y Palenque. En ellos se asentó que el mundo fue creado por el Primer Padre y la Primera Madre en el día 4 Ahau 8 Cumkú, fecha que en el calendario gregoriano corresponde al 13 de agosto de 3114 a.C., y que funcionó como "fecha era", o punto de partida, en los cómputos calendáricos. Los textos se acompañaban con imágenes en relieve del dragón, símbolo del dios supremo creador, que equivale al Gucumatz del Popol Vuh.
En la actualidad, las mismas creencias sobre el origen del mundo han sobrevivido en muchos grupos mayances, como los tzotziles, los tzeltales, los lacandones y los mayas yucatecos, lo cual corrobora que en la época prehispánica el mito fue común a los diversos grupos mayances, y confirma la persistencia por largos periodos de las creencias básicas de una comunidad, en muchos pueblos del mundo.
En cuanto a la estructura del cosmos, no puede entenderse en el mundo mesoamericano la idea de tiempo separado del espacio, porque espacio y tiempo no son dos aspectos distintos: el tiempo no es otra cosa que el movimiento del espacio. En el pensamiento religioso universal hay dos grandes cauces en los que se inscriben las ideas sobre la temporalidad:
1- En el primero se encuentran las religiones orientales y mesoamericanas, que conciben a la temporalidad como un movimiento cíclico.
2- Dentro del segundo se encuentran las religiones judeo-cristianas que consideran la temporalidad como un transcurso lineal.


El mejor ejemplo de la concepción cíclica del tiempo de los pueblos mesoamericanos son los mitos del origen del cosmos, en los que el mundo se ordena y se desordena cíclicamente. Los mayas destacaron por una excepcional conciencia de la temporalidad. Concibieron el tiempo como el cambio cósmico producido, en esencia, por el movimiento del Sol.
El tránsito del Sol fue captado como un movimiento circular alrededor de la tierra, que determinó los cambios que en ella ocurren; razón por la cuál, el tiempo se pensó como un movimiento cíclico. Este movimiento siguió leyes estables, como se manifestó en la regularidad de los ciclos naturales, de modo que el tiempo es el orden, la racionalidad y la permanencia del cosmos.
Como lo revelan los textos indígenas coloniales, el universo está conformado por tres grandes ámbitos en sentido vertical:
1) el cielo, dividido en trece estratos
2) la tierra, imaginada como una plancha cuadrangular
3) el inframundo, conformado por nueve niveles
El cielo se subdivide en trece niveles horizontales y se imaginó como una pirámide escalonada, que se asienta en el nivel terrestre. También es considerada la montaña sagrada. Entre los mayas yucatecos el cielo era regido por Oxlahuntikú, "Trece dios", una deidad que es una y trece simultáneamente.
Existen otros dioses de los distintos estratos y en el nivel más alto reside el dios supremo, principio vital del cosmos, el dragón Itzamná, que se denomina también Hunab Ku, "Dios Uno".
Los basamentos piramidales escalonados que se construyeron en la mayoría de las ciudades, y que tienen una escalinata que conduce a la parte superior, donde se encuentra el templo son símbolos del cielo y la montaña sagrada. Varios de estos basamentos tienen precisamente trece niveles, como el del Templo de la Cruz de Palenque, dedicado precisamente al dios celeste creador.
Los mayas imaginaron la tierra como una plancha plana cuadrangular, dividida en cuatro sectores o regiones, también cuadrangulares, idea que deriva de la observación de la trayectoria solar y que los mayas compartieron con los nahuas y con muchos otros pueblos antiguos del mundo.



Las cuatro regiones correspondían a las cuatro "casas" del Sol. Dos en el Este y dos en el Oeste, puntos intercardinales que representaban los extremos que el Sol alcanzaba sobre el horizonte durante el año, los cuales correspondán a los equinoccios y los solsticios.
Cada región tenía como símbolos un color, una ceiba (enorme árbol con el tronco muy recto con una gran fronda horizontal) con un ave posada sobre ella, un tipo de maíz, un tipo de frijol y diversos animales. Las ceibas sostenían el cielo al lado de dioses con forma humana o animal llamados Bacabes, que también fungían como ordenadores del mundo.
Tanto ceibas como pájaros eran del color de la región: negro para el oeste, blanco para el norte, rojo para el este y amarillo para el sur.
Otros dos puntos esenciales en la cosmología maya son: el más alto en el centro del cielo, el cenit, y el más bajo en el centro del inframundo, el nadir.
Estos dos puntos eran los dos extremos del eje vertical del mundo, por lo que el centro de la tierra, por donde pasa el eje, era el centro del universo, la quinta dirección, el punto de unión entre el cielo, la tierra y el inframundo. Para los mayas el inframundo constaba de nueve niveles, concebidos como una pirámide invertida, símbolo de caverna, vientre de la gran madre tierra.
En el estrato más bajo o Xibalbá, "Lugar de los que se desvanecen, residía el dios de la muerte, Ah Puch, "El descarnado". A está región era donde iban los espíritus de los muertos, para integrarse a la energía de muerte. Como en el caso del cielo, algunos basamentos piramidales también representaron el inframundo, como el Templo de las Inscripciones de Palenque, que tiene nueve niveles, y bajo el cual se halló la suntuosa sepultura del Señor Pacal, a la que actualmente se accede desde lo alto por una escalera interior abovedada, del mismo modo que los espíritus de los muertos debían recorrer los nueve estratos para llegar al Xibalbá. Así, el universo tenía en el pensamiento maya la forma de un romboedro.
Otra imagen simbólica del nivel terrestre fue un cocodrilo o lagarto que flotaba sobre el agua y sobre cuyo dorso crecía la vegetación. Los mayas yucatecos lo llamaban Itzam Cab Ain, "Dragón-tierra-cocodrilo". El inframundo era el vientre de ese monstruo, por lo que además de ser el sitio de la muerte, contenía semillas de nueva vida.
Las cuatro regiones celestes y las infraterrestres, eran los cuatro lados de las pirámides, que compartían los colores de la tierra. En las cuatro regiones celestes se ubicaban los Itzamnáes o Dragones, que eran la cuadruplicación del dios supremo; además de cuatro Chaques, o dioses de la lluvia y cuatro Pahuahtunes, deidades de los vientos.
En el inframundo hay cuatro caminos, de los cuales el negro conduce directamente al Xibalbá. El símbolo maya más importante del eje del universo es una gran ceiba verde, la "Gran Madre Ceiba", que atraviesa los tres niveles cósmicos: sus raíces se hunden en el inframundo y su fronda penetra en los cielos. Es por ello el punto donde se fusionan el espacio y el tiempo. Sobre ella se posa el pájaro verde-azul o quetzal, con cabezas de serpiente en las alas, símbolo del dragón, dios supremo.
El Ritual
Por la idea maya de que sin la acción ritual del hombre los dioses morirían y, con ellos, el universo entero, la vida humana estaba dedicada principalmente al servicio de los dioses. Cada ciudad maya tenía en el centro su ámbito ceremonial, donde se llevaban a cabo los grandes ritos comunitarios.
Todos los ritos tenían en común ceremonias propiciatorias, como la abstinencia sexual, el insomnio, el ayuno, los baños, las sangrías y el cambio de vestiduras, entre otros. Asimismo, se sacralizaban el lugar y los objetos que se usarían para el rito, y se buscaba un día propicio en el calendario adivinatorio de 260 días. Después de la purificación se hacían los ritos principales en donde se pronunciaban oraciones, se hacían sahumerios con resina de copal, danzas, cantos, representaciones dramáticas de los mitos y la historia de los antepasados ilustres, que eran venerados. Se ingerían comidas especiales de maíz, cacao y carne de perro o de pavo, principalmente, así como bebidas alcohólicas sagradas y, como parte central, se hacían ofrendas y sacrificios de animales y de seres humanos para alimentar a los dioses.
Los ritos centrales eran grandes, además de las complejas ceremonias públicas relacionadas con los periodos calendáricos, como los de Año Nuevo, presididas por los sacerdotes principales. Se llevaban a cabo ritos de fertilidad, gremiales, iniciáticos, de adivinación y curación, y ritos del ciclo de vida, como embarazo, nacimiento, infancia, pubertad, matrimonio y muerte.

BIBLIOGRAFÍA: www.alimentacion-sana.com.ar/.../madremaiz3%20cosmogonia.htm -


LA COSMOGONÍA INCA

 
Hacia finales del siglo XI, los Incas emigraron desde el centro de Bolivia hacia la zona norte de Perú. Según la leyenda fueron guiados por Manco Cápac y sus hermanas hasta un sitio donde se hundió en la tierra una vara de oro que llevaban.
Hacia el siglo XV comenzaron a expandirse, luchando contra los pueblos vecinos. Los artífices de este crecimiento fueron el Inca Pachacutec Yupanqui y su hijo Topa Inca, que lograron, en tan breve lapso, incrementar sus fronteras a más de 5.000 Km., abarcando una superficie de 900.000 Km2 . Fueron maestros en el arte de la guerra y la ingeniería, crearon un sistema de reparto tripartito de la tierra que aseguraba tranquilidad a todos los habitantes del imperio. La red de carreteras permitía unir Colombia con Tucumán, en Argentina. Pese a su grandeza fueron derrotados, por un puñado de españoles, en 1534.
Los Comienzos
Hacia fines del siglo XI el pueblo Inca emigró desde las proximidades del centro de Bolivia, hasta el fértil valle del Cuzco en la actual República del Perú. Según la leyenda Manco Cápac y sus hermanas deambularon por las sierras hasta que un bastón de oro que llevaban se hundió en la tierra en un sitio que está al este del actual Cuzco. Luego de una serie de terribles pelea con los moradores del lugar, lograron establecerse y la primera construcción, que hicieron fue el Coricancha, el templo del Sol.
Durante bastante tiempo los Incas permanecieron en la nueva zona y no pasaban de ser una de las tantas tribus que peleaban entre sí. De manera alguna, habían desarrollado la idea de extenderse o apropiarse de más territorios de los que tenían. Recién el cuarto monarca, Mayta Cápac, comenzó la expansión. De hecho fue el primer conquistador al sojuzgar el país desde el nacimiento del Titicaca hasta las cuencas fluviales de la costa.
Sin embargo, hubo que esperar hasta el octavo monarca, Viracocha Inca (que tomó su nombre del dios creador del mundo) para que los incas iniciaran su gran expansión. Fue el primero que tuvo como objetivo el dominio permanente de pueblos no incas. Hasta este momento los pueblos vecinos eran derrotados, pero sin condiciones, tales como la imposición de gobernantes. Secundado por sus hábiles generales, comenzó rápidamente a incorporar otros territorios a sus dominios. Pero conviene ver como se dio este proceso y contra quién luchaban.
Incas Al Ataque
Los lupacas y los collas del Lago Titicaca, muy al sureste de Cuzco, eran dos tribus de lengua aimará que, juntos a los incas, eran los grupos más poderosos de la región.
Inmediatamente al oeste de Cuzco estaban los quechuas, de la misma sangre, idioma y cultura que los incas (algo así como sus primos hermanos, diríamos); al oeste de éstos los chancas, que durante los primeros tiempos del reinado de Viracocha había ocupado los territorios quechuas.
Los primeros en quedar "fuera de competencia" fueron los lupacas, a quienes los collas derrotaron porque no deseaban que se aliaran con los incas. Un poco más tarde los chacas fueron rechazados heroicamente por los incas, que los expulsaron de su territorio.
La muerte de Viracocha Inca marcó el fin de un periodo que tiene bastante de leyenda, para entrar el ciclo conocido como imperio histórico, cuyo gran personaje es el inca Pachacutec. Entre él y su hijo, Topa Inca Yupanqui lograron, en menos de 50 años, extender el imperio desde el norte del Ecuador hasta el centro de Chile, lo que hace una distancia de 5.800 Km. y una superficie de 900.000 Km2.
Fueron los creadores de la mitima, el traslado en masa de un pueblo vencido a otra región geográfica bien distante (tal como le hicieron los españoles a los indios Quilmes, en la Argentina).
Finalmente, después de vencer a los rebeldes collas y lupacas, (que aprovechando que los ejércitos del inca se hallaban lejos habían decidido insurreccionarse) y los poderosos chimús. Topa Inca Yupanqui se dedicó a la tarea de organizar el país.
Corría el año 1493.
Fue el primero en organizar un censo, depuso a los antiguos jefes hereditarios y los reemplazó por los curacas, funcionarios leales y nombrados por él. Dividió la tierra entre campesinos, iglesia y Estado. También estableció la servidumbre, llamada yanaconazgo.

INTIHUATANA DE  MACHU PICHU

2. Organización social y política
El centro de la vida era el ayllu. Esto es como una inmensa familia, con muchos parientes y primos.
El ayllu era el grupo social fundamental en el Perú y existía mucho antes del imperio Inca. En los primeros tiempos, cada ayllu tenia tierras de cultivo y un jefe, el Sinchi, al que le debían obediencia.
El la época imperial, los incas desplazaron al Sinchi, por otro funcionario llamado curaca también familiar, pero nombrado directamente por el Inca. Esto le permitía tener un gran control sobre todas las comunidades.
Los ayllu de una región estaban agrupados en sayas (secciones) y estas formaban un huamán (provincia). Cada provincia tenía su capital. Las provincias estaban agrupadas en cada uno de los cuatro cuartos (suyus) en los que se dividía el imperio a saber:
El Cuzco era la capital inca, centro del imperio. El cuarto noroeste o Chinchasuyu, abarcaba Ecuador y el norte Peruano; el Antisuyu comprendía el noroeste y el Collasuyu, hacia el sureste, ocupaba las tierras altas de los aimarás, la cuenca del lago Titicaca, la mayor parte de Bolivia, y las tierras altas del noroeste de Argentina y el norte de Chile.
El imperio, en su total recibía el nombre de Tahuantisuyu, "la tierra de los cuatro cuartos".
Los gobernadores de los cuatro cuartos formaban parte del Concejo de Estado, con sede en Cuzco y, generalmente, eran parientes del Inca.
Los gobernadores mandaba a los curacas, que tenían distintas categorías según cuantos hombres o contribuyentes tuvieran bajo su jefatura, así el de mayor categoría era el que controlaba a 10.000 y el de menor a 100. Al frente de grupos más pequeños estaba los capataces, plebeyos nombrados por curacas. La estructura social era similar a la de un moderno ejército, con cabos y sargentos dirigiendo grupos reducidos, y oficiales para los grupos mayores.


Super Estado
El Estado ejercía muy importantes funciones en la sociedad incaica.
La tierra era de su propiedad y la mayor parte de explotaba comunalmente, también le pertenecía los rebaños de llamas y las minas.
El estado protegía a la población del hambre, la explotación y de cualquier necesidad; pero el precio era duro, los individuos estaban muy reglamentados, no se podía salir de la comunidad sin permiso. De todas maneras, los nobles y sacerdotes eran mantenidos por el trabajo del pueblo.
Las tierras tenían, entonces un reparto tripartito; esto es el Estado, la Iglesia (sacerdotes), y el pueblo.
A cada persona se le daba tierra para que pudiera alimentar bien a su familia. Los límites de los campos estaban marcados y su destrucción era considerada delito gravísimo. Las tierras no comunales eran cultivadas primero. Cuando llegaba la época de siembra o cosecha llegaban los funcionarios para avisar que era hora de ocuparse de los campos sagrados.
Los cosechado en los campos del Estado o de los sacerdotes, era guardado en depósitos separados y lo obtenido era para alimentar a sacerdotes o nobles.
En las zonas de pastura de tierras montañosas, la mayor parte de las llamas pertenecían al gobierno que almacenaba la lana y luego la repartía entre las familias, según sus necesidades.
El campesino tenía como propios la casa, el establo, pequeños animales domésticos (perros, cobayos, patos y gallinas sin cola) y el granero, además de los útiles de labranza.
Es importante señalar que las comunidades de montaña poseían tierras en zonas costeras y viceversa, así no se producían saturaciones con un mismo tipo de alimento.
El pueblo debía además realizar trabajos públicos, (servicio en el ejercito, construcción de carreteras, puentes o fuertes) a esto se le denominaba mita.
El tiempo de la mita era variable y podía extenderse durante bastante tiempo. De este servicio, obligatorio entre los 18 y los 50 años, estaban exentos los artistas y artesanos.
Los yanaconas eran jóvenes separados muy temprano de los ayilus y eran utilizados, ya sea para tareas en la corte o en la agricultura.
A diferencia de la mita, que después de cumplida autorizaba a regresar a su tierra, los yanaconas no regresaban más.
Como en ocasiones se los entregaba para el servicio personal de los curacas, con el tiempo podían ellos mismos tener ese cargo.
Las niñas más bellas e inteligentes eran llevadas a ser educadas en los templos o ser destinadas al sacrificio. Algunas, las que mejores dotes demostraran eran educadas para ser Vírgenes del Sol, sacerdotisas que debían hacer votos de castidad perpetua.
Las menos bonitas, las reservaban para tareas comunales y eran llamadas huasipascunas, muchachas descartadas.
Durante el imperio incaico el Estado se encargaba de sostener a la Iglesia, un caso único en la América indígena. Los fines principales de la iglesia eran el incremento de las reservas alimenticias y la curación de los enfermos.
El dios supremo era Viracocha. Era inmortal y era el creador de todas las cosas de la tierra y el universo.
También fueron adoradores del Sol, Inti, el dios principal, protector de la dinastía real. Se lo presentaba con una humana de la que salían rayos. Tenía un templo, el Coricancha. Le seguía en importancia el dios del Trueno, llamado Illapa, el agua de la lluvia –creían que venía de una fuente celestial–. La Luna, Manaquilla, era la esposa del Sol.
El planeta Venus, era muy importante consideraban que cuidaba a los humanos. El grupo de estrellas de las Pléyades protegía a las semillas.
Las diosas, de la tierra, Pachamama; y Mamacocha, del mar, eran muy importantes para la agricultura y la pesca.
Las ofrendas a los dioses se colocaban en altares, a la vera de los caminos, eran llamados huacas. Existían también santuarios de piedra para orar, llamados apachetas.
También reverenciaban a las cumbres cubiertas por nieves eternas. Lo significativo es que, prácticamente, no tenían templos pues, las ceremonias religiosas se desarrollaban al aire libre, en patios, que estaban en los centros ceremoniales.
El culto de los muertos era importantísimo. Después de la muerte, las personas eran momificadas y transcurrido un tiempo, eran llevadas a sus casas.
Los sacerdotes estaban divididos en categorías, el Sumo Sacerdote llevaba el nombre de Villac Umu, y era siempre algún pariente cercano del Inca.
Para obtener el perdón de los pecados, los fieles debían confesarse ante el sacerdote.
También creían en la adivinación y en la interpretación de presagios.

COSMOGONIA INCA

El Inca Y La Nobleza
El Inca, o jefe supremo del pueblo inca, era para su pueblo un dios viviente, con poderes totales y absolutos. En los primeros tiempos los incas se casaban con las hijas de los monarca vecinos, pero más tarde se consideró que el linaje perdería su pureza y solo se casaban con sus hermanas. Además de su hermana, o esposa principal, tenía un harén de esposas secundarias que eran llamadas mujeres escogidas, por esto tenían muchísimos hijos que con el tiempo formaban un ayllu especial (llamado panaca), que constituía la gran nobleza.
Los sucesores del trono eran los hijos. El Inca lo elegía por su inteligencia. Solo podían sucederle aquellos que hubieran tenido con la coya, o esposa principal. El elegido era educado directamente por sus padres, pues a nadie se le huera ocurrido educar a un dios. Nadie podía presentarse de cara al emperador y durante las entrevistas, este permanecía oculto tras un cortinado. Al verlo se debía estar descalzo y soportar una pequeña carga en la espalda para indicar sumisión. Su adorno más característico era una banda, de unos 10 cm., confeccionada con tubitos de oro, de los que colgaban borlas rojas. Eran transportados en literas, con toldos y cortinas bordadas, de manera que podía viajar sin que le vieran la cara.
Las leyes del Inca eran aceptadas por todos, sin chistar, pues se consideraba que habían sido elaboradas por un dios. Los nobles más importantes eran los descendientes directos del Inca y se caracterizaban por llevar grandes orejeras de oro. Los nobles de importancia menor, eran los curacas. Todos gozaban de privilegios: No pagaban impuestos, eran mantenidos por el gobierno, se les daba tierras en premio, y además, podían tener otras esposas, ser transportados en litera, usar quitasoles y usar ropas parecidas a las del Inca.
Con los incas la guerra logró un grado de desarrollo tan grande que no fue igualado por ningún otro pueblo de la América india. Si bien las primeras guerras tuvieron para los incas motivos económicos; posteriormente, las causan no respondían a otro propósito que el deseo del Inca de aumentar su prestigio, pues cada emperador inca tenía el deseo de sobrepasar a los anteriores.
Los no exigían tributo de los pueblos conquistados, como los aztecas, simplemente se les obligaba a reverenciar al Inti y a Viracocha.
Se les dejaban sus antiguos dioses, y a los jefes locales se los nombraba curacas. A veces, las zonas conquistaban eran tan pobres que más que ganancia, era una responsabilidad.
Como la vida estaba tan ordenada la guerra era la única manera de competir y sobresalir.
Se estilaba la lucha cuerpo a cuerpo, pues no usaban ni arcos, ni flechas; en cambio, empleaban hondas, boleadoras y mazas que tenían encajadas, un palo afilado y escudos. Se usaban con ambas manos. También empleaban espadas de madera durísima, llamadas macanas, además de hachas de guerra con hojas de piedra o cobre y largas lanzas de madera, con la punta endurecida al fuego.
Para protegerse usaban camisas de algodón acolchados y eran tan eficaces que los españoles las adoptaron descartando las suyas de acero, calurosas y pesadas. En la cabeza usaban cascos de madera o caña trenzada.
Los alimentos estaban asegurados, pues a lo largo de la red caminera había depósitos de provisiones, siempre a punto; si debían desplazarse muy lejos recuas de llamas, eran las encargadas de transportar lo necesario.
Los soldados llevaban ídolos, altares y también estatuillas con la figura de incas fallecidos para que les dieran suerte. Al vencer al enemigo se hacían un censo de la población y posteriormente, se elegía una nueva capital donde se asentaban los edificios oficiales. Las poblaciones eran trasladadas cerca de campos cultivables. Si eran muy belicosos, se trasladaba a la población integra a otro lugar geográfico distante. Este operativo se llamaba –reiteramos– mitima.
Los ingenieros militares construyeron una formidable red caminera cuyo tramo más largo unía la actual Colombia con Tucumán, en Argentina.
En todos los caminos había tambos o posadas y pequeños puestos que eran los lugares de relevo de los chasquis o mensajeros. Para cruzar los impetuosos ríos de montaña hicieron puentes colgantes.
Asimismo, edificaron el las laderas de las montañas (basándose en conocimiento de otras culturas), grandes terrazas de cultivo, similares a escaleras gigantes, que servían para aprovechar al máximo la difícil naturaleza.
Vida Económica
La economía incaica se basaba esencialmente en la agricultura. Sus cultivos principales eran las papas (de las que tenían cerca de 200 variedades) y el maíz. También de muchos tipos. Cultivaban también porotos, zapallos, ulluco (tubérculo), calabazas, quinoa (de granitos parecidos al parecidos al arroz y considerada la reserva alimenticia del siglo XXI), maníes, guayabas, y algodón. Como fertilizantes usaban la bosta de viñucas y llamas. La coca era cultivada en las áreas selváticas y era usada en las ceremonias religiosas.
El sembrado se efectuaba abriendo la tierra con mazas, para después agujerearla con una pala angosta, con soportes para apoyar el pie llamada taklla. Las semillas eran colocadas en las hileras de orificios y luego se las tapaba. La naturaleza montañosa les hizo copiar sistemas de cultivo de antiguas tribus de la región, que consistían en terrazas hechas con paradores de piedras en las laderas de la montaña.
Vistas desde lejos parecen escaleras de gigantes. Tenían sistemas de riego y desagües perfectos.
El grano se almacenaban en depósitos llamados colcas.
La ganadería, exclusiva de las zonas montañosas, estaban constituida por llamas y alpacas, que eran totalmente domesticas, de ellas se obtenía la leche; además se las utilizaba para el transporte; guanacos y viñucas eran salvajes y había que cazarlos.
De las viñucas se aprovechaba la lana y después de esquilarlas eran dejadas en libertad; del guanaco se consumía la carne.
Los pueblos de la costa consumían pescado y mariscos; para sus áreas cultivadas usaban como fertilizantes el guano (deposiciones de aves marinas).
La Educación
La educación en el imperio incaico estaba reservada a los nobles y se impartía en escuelas ubicadas en la ciudad de Cuzco. Se les enseñaba aritmética y astronomía. Teniendo en cuenta que la economía estaba basada en la agricultura se comprende la importancia de estas ciencias para medir las tierras, y calcular los cambios de estaciones.
Los amautas eran los encargados de enseñar los preceptos religiosos, los conocimientos políticos, históricos y el manejo de los quipus.
El resto del pueblo no tenía acceso a una educación sistemática. Se procuraba, no obstante, que todos los habitantes del imperio aprendieran el quechua, pero más por intereses políticos, que educativos.
La Moda
La indumentaria incaica era la típica de todos los pueblos andinos y los de la costa. El Estado Incaico tenía el monopolio de las fibras textiles: la lana en las tierras altas y el algodón en la costa.
El comercio posibilitó que las prendas confeccionadas en esos materiales se usaran en todo el territorio.
Los hombres usaban un taparrabos que se pasaba entre las piernas y se ajustaba con un cinturón. También llevaban ponchos y, en ocasiones, capa. Transportaban siempre una bolsita conteniendo hojas de coca, efectos personales y amuletos.
Las mujeres vestían una especie de camisola que llegaba hasta los tobillos y se ajustaba con un cinturón. Empleaban un largo manto que se ponía sobre los hombros y era sujetado por un largo alfiler llamado topo. Llevaban el pelo largo, con raya al medio y nunca lo cortaban. Los que más se adornaban eran los hombres y solo los nobles usaban orejeras y narigueras. Todos llevaban el pelo moderadamente largo y utilizaban vinchas de color. Ambos sexos llevaban sandalias confeccionadas con piel de llama sin curtir.
Los incas se destacaron por sus obras de ingeniería y sobre todo por la red caminera. Había dos caminos principales de norte a sur, uno a lo largo de la costa y otro que atraviesa las tierras altas. Estaban cruzados por caminos transversales y caminos secundarios que unían todas las aldeas y pueblos.
La carretera principal partía de Tumbes, pasaba a Arequipa y a Chile. La vía de comunicación más larga partía desde Colombia, seguía hasta Cuzco, proseguía hasta Ayavire donde se bifurcaba en dos ramales que rodeaba el lago Titicaca, seguía hacia el sureste hasta Tucumán, Argentina. De allí partía un ramal que llegaba hasta Coquimbo, Chile, siguiendo de allí hasta la actual Santiago. Otro ramal desembocaba en el actual valle mendocino de Uspallata. A este lugar los incas trasladaron poblaciones de cantidad de mitimas. Se tiene como cierto que la construcción de las actuales acequias se debe a la influencia incaica. Estas carreteras estaban pavimentadas con losa de piedra y medían entre 4,5 y 6 metros, son una altura de 1 y 2 metros.
En la zona costera, las carreteras eran rectas y donde era imposible hacerlas –como los desiertos arenosos– se indicaba la ruta con estacas.
Pero, ¿quiénes circulaban por estos maravillosos caminos?
Fundamentalmente los chasquis, mensajeros que se iban relevando mediante el sistema de postas. Cada kilometro y medio había una casilla donde siempre estaban dos chasquis o mensajeros. Se los preparaba especialmente para el trabajo que formaba parte de su mita (tarea de la comunidad). El camino entre Lima y Cuzco (675 Km.) era recorrido en tres días.
Los Incas
Los incas contribuyeron un poderoso imperio que alcanzo su máxima expansión territorial en la misma época en la que Cirstobal Colon, iniciaba desde España, su viaje hacia lo desconocido. El imperio inca abarco desde las sierras del sur del actual Colombia hasta el norte de Chile y de la Argentina, y desde la costa del océano Pacifico hasta el este del valle del río Amazonas.
Los incas eran un pueblo originario de las sierras y desde allí dominaron, mediante la guerra de conquista, a los pueblos de otras zonas. Establecieron la capital en la ciudad de Cuzco, que consideraban el centro del universo. El imperio, que ellos llamaban Tahuantisuyo – que quiere decir "las cuatro partes del mundo" -, estaba divido en cuatro regiones. A su vez, estas se dividían en provincias. Al frente del imperio estaba el Inca y las zonas conquistadas estaban dirigidas por gobernador y jefes locales llamados curacas.
La agricultura fue la base de la economía del imperio incaico. La producción era muy variada y los cultivos mas importantes eran el maiz y la papa. Los incas aplicaron diferentes técnicas agrícolas que mejoraron el rendimiento de los cultivos. En las zonas aridas de la costa usaron el guano – excremento de aves marinas – como fertilizantes de las tierras construyeron canales de riego. En el interior, sobre las laderas del as sierras, cultivaban en terrazas. La cria de llamas y alpacas fue otras de las actividades economicas importantes. De ellas obtenían lana y carne y las utilizaban como animales de trabajo.
Además, el dominio de pueblos que habitaban diferentes formas les permitió obtener, mediante el pago de tributos, producto a que ellos no podían producir.
La sociedad inca funcionaba sobre la base de la reciprocidad y la redistribución.
La reciprocidad era común entre las comunidades de campesinos de la zona andina desde antes de la llega de los incas. Consistía en la practica de la solidaridad y la ayuda mutua entre todos los miembros de un ayllu. El ayllu era la comunidad de campesinos unidos por vínculos familiares, que tenían antepasados en común y habitaban un mismo territorio. Los integrantes del ayllu se ayudaban entre si a sembrar y a cosechar y, en ocasión de un matrimonio, toda la comunidad ayuda a levantar la casa de los recién casados.
Los incas incorporaron el principio de reciprocidad de los ayllus como una de las bases del funcionamiento económicos y social del imperio. El Estado incaico entregaba tierras a cada comunidad para su subsistencia. Anualmente, un funcionario local asignaba parcelas a cada familia según el números de componentes. Pero los campesinos no eran propietarios de las tierras y estas parcelas eran trabajadas colectivamente por todos los miembros de la comunidad. El ayllu debía entregar fuertes tributos en productos y en trabajo al Estado y los curacas. Los campesinos debían trabajar en las tierras del Inca, a su familia y a los miembros de los grupos privilegiados; y en las tierras del Sol, con las que se mantenía el cultos de dios más importante.La redistribución suponía el reconocimiento por parte de los campesinos de los diferentes niveles de autoridad que existían en la sociedad. Los ayllus entregaban los tributos a los curacas y los bienes tributados se acumulaban en depósitos reales ubicados en las aldeas, caminos y ciudades. Allí eran contabilizados por funcionarios especializados que comunicaban a los funcionarios de Cuzco las cantidades de cada producto mediante el uso de quipus-que eran contadores hechos con tiras de cuero en las que se realizaban nudos-. De este modo, el Inca conocía las cantidades de excedente y en que zonas del imperio sobraban o faltaban determinados productos. Cuando algunos pueblos del imperio no podían satisfacer sus necesidades básicas porque habían sufrido malas cosechas u otras catástrofes, el Estado incaico redistribuía una parte de los alimentos, materias primas y productos manufacturados almacenados. También utilizaba los bienes acumulados para costear los gastos de las constantes expediciones militares y para premiar los servicios realizados por algunos funcionarios.

MACHU PICCHU

Presagios Y Profesias De La Derrota Indígena
Los aztecas y los incas consideraron diversos fenómenos de origen natural como presagios y profecías de terribles sucesos que amenazaban a sus sociedades. Al mismo tiempo, en los dos pueblos existían leyendas que anunciaban que los dioses – Quetzalcoatl y Viracocha- llegarían para salvarlos de esos peligros.
Muchos de estos fenómenos naturales sucedieron poco antes de la llegada de los europeos a México y a Perú. Por esta razón, cuando llegaron los españoles, los aztecas y los incas, en los primeros momentos, creyeron que eran los dioses esperados. Pero, muy pronto, se dieron cuenta de la realidad. Después de la entrada de los ejércitos españoles a Perú, un cronista de origen indígena escribió: "Pensábamos que eran gente grata y enviados por Viracocha, pero paréceme que ha salido al revés, hermanos, que estos que entraron a nuestras tierras no son hijos de dios sino del demonio."
Casi al mismo tiempo que los aztecas se establecían en la meseta Central de México, en los territorios de América del Sur ( desde Colombia hasta el norte de Chile y el noreste argentino ) se consolidad en un basto imperio , el de los incas. Este era un pueblo que llego a los Andes centrales peruanos desde un lugar aun no certeramente establecido. Gracias a su gran poderío militar, conquistaron los muy desarrollados pueblos que allí habitaban.
Los incas se decían descendientes del Sol. Según una leyenda, Viracocha el creador, hizo salir al mundo por una cueva a cuatro hermanos y cuatro hermanas.
Manco Capac, uno de aquellos, mato a sus tres hermanos y, llevándose a sus hermanas, se asentó en las cercanías de Cuzco, en un terreno que juzgo fértil.
Los sucesores de Manco Capac, fundarían con el tiempo, el imperio inca.
Basaron su organización económica en el cultivo de la tierra. Además de maíz, cultivaron otro vegetal fundamental para su alimentación: la papa.
Cuando los españoles llegaron y conquistaron el Perú, la papa fue uno de sus mas preciados botines pues, gracias a sus grandes virtudes fue uno de los alimentos que posibilitaron que Europa superara sus crisis de hambre.
El equilibrio existente entre la sociedad del imperio incaico y la naturaleza fue extraordinario. Para poder cultivar construían en las laderas de las montañas andenes de cultivo (especie de escaleras cavadas en los cerros), con un complejo sistema de canales de riego .
Aun hoy se pueden ver estas terrazas artificiales en la región de los Andes Centrales del Perú, en el Altiplano boliviano y en todo el noroeste argentino.
Un Estado Poderoso
Con el nombre de inca se designaba tanto a los integrantes del pueblo como al emperador.
Como ya dijimos, los incas habían organizado su imperio a partir del poderío militar.
Su estructura política se basaba en el poder absoluto del Inca emperador, descendiente directo del Sol. Todo pertenecía al Estado, el cual se encargaba de que los bienes se explotasen en común, a cambio, los gobernantes protegían al pueblo del hambre, los malos tratos y de cualquier amenaza exterior. Sin embargo el pueblo no tenia poder de decisión ni podía intervenir en los asuntos del Estado. Los mismo rebaños de llamas y alpacas (únicos animales domesticas que conocían) pertenecían al emperador.
Recogida la lana en grandes almacenes, propiedad igualmente del Inca, se repartía entre la gente para que pudiesen tejer sus vestiduras .
El núcleo social lo formaba el ayllu, agrupación semejante al calpulli azteca. Asimismo, el ayllu era la unidad de producción económica.
En el imperio inca era muy acentuada la diferencia social. Como cúspide de la escala se hallaba la nobleza inca, cuyo máximo exponente era el Inca y su familia. Por debajo se hallaba el pueblo, y como base, los esclavos. A diferencia de la estructura azteca, cada una de las situaciones sociales era inamovible y hereditaria.
También eran politeístas y adoraban a un dios supremo (Viracocha) y a numerosas deidades inferiores.
La lengua oficial era el quechua (que aun hoy se habla en vastas zonas sudamericanas.
La arquitectura de los incas se destacaba por la grandeza y majestuosidad de sus templos (grandes habitaciones decoradas en plata y oro) y palacios.
En el Cuzco (capital del imperio y que significaba "ombligo del mundo"), se levantaba uno de los famosos templos, el de Coricancha.

EL QUIPÚ


(quechua: khipu, «nudo» )? fue un sistema nemotécnico mediante cuerdas de lana o algodón y nudos de uno o varios colores desarrollado por las civilizaciones andinas. Si bien se sabe que fue usado como un sistema de contabilidad por los los quipucamayoc (khipu kamayuq), sabios del Imperio inca, podría haber sido usado como una forma de escritura, hipótesis que sostiene el ingeniero William Burns Glynn.
Se han hallado quipus en Caral, la ciudad más antigua de América, así como en los centros de la cultura Wari. En la actualidad se conservan en museos alrededor de 750 quipus.

Estructura
El quipu consta de una cuerda principal, sin nudos, de la cual dependen otras generalmente anudadas y de diversos colores, formas y tamaños, los colores se identifican como sectores y los nudos la cantidad -llamadas cuerdas colgantes-. Puede haber cuerdas sin nudos, como también cuerdas que no se desprenden de la principal sino de la secundaria (cuerdas secundarias). Los especialistas contemporáneos piensan que los colores y quizá la forma de trenzado de las cuerdas indican los objetos, mientras que los nudos harían referencia a las cantidades, incluyendo el número cero.
Entre los quipus conocidos hay una gran variedad de tamaño y complejidad, pues van desde los muy simples hasta los que tienen más de mil cuerdas.

Colores:
ColorSector
PardoGobierno
CarmesíInca
MoradoCuraca
VerdeConquista
RojoGuerrero
NegroTiempo
AmarilloOro
BlancoPlata

 
BIBLIOGRAFÍA: antropos.galeon.com/html/INCAS.htm -
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